Al fin y al cabo uno en mayor medida es hijo de su medio ambiente y entraré en el viejo debate de deterministas contra medioambientalistas. Creo firmemente en que uno es producto de su medio ambiente.
Zanjeado el campo teorético paso a contestar a tan manida pregunta: ¿Por qué sos así?
Bastaría con contestar que en un gran porcentaje es por medio ambiente. Sin embargo, me explayaré en los comentarios y contaré mi infancia, esa infancia en la que estuve sometido a vejámenes auditivos propiciados por diversos integrantes de la familia y mi comunidad. ¿Dado estos hechos como pretenden que uno no sea así como es? Mi hipótesis de trabajo será que por dichos motivos uno se volvió lo que es, es decir un a-normal. También aprovecharé para pedir compensación y resarcimiento económico por el terrorismo auditivo y en algunos casos visuales que fui sometido y que este gobierno tendrá que compensarme.
Empecemos por uno de los mayores terroristas auditivos: Palito Ortega. Si uruguaya, uruguayo (como dice Tabarulo) no es para: festejen uruguayos, festejen; si fuera sometido a escuchar a diario por mucho tiempo a este reprimido musical seguro que tendría problemas y en mi caso son mayores porque no sólo me aguante: “La felicidad ja, ja, … ja, ja, además me comí íntegra algunas películas, por obra gracia de mi madre que tenía una milanesa en la oreja escuchaba estos bodrios. ¿Se puede ser de otra manera? ¿Uno podría no ser un a-normal si lo someten a estas torturas auditivas? López Goldaracena haga algo por favor, yo también fue sometido a torturas y nadie me defiende.
Pero en la Historia no existe una única causa y a las pruebas me remito y llego a otro gran terrorista que es Rafael. Por extraña cuestiones del destino una tía venía a mi casa y con la connivencia de mis mayores nos ponía los discos de este espécimen, cruel torturador de oídos, que cometía uno de los peores castigos de lesa humanidad. Todavía por las noches sueño con el pasadiscos, aquel armatoste gigante que pasaba su música y espetaba: “Yo soy aquel ….” y seguía ladrando (casi pongo cantando)
Va entiendo porque uno es como es, o acaso usted me dirá que puede resistir inmune y si aparte tenemos más. Pero no queda aquí la cosa, en mi casa había disco de Los Wawancos, un calaña que hacía ruido al estilo cumbiero colombiano y que me hace acordar a que toda mi familia medio empeduta bailaba al ritmo de: “pónselo a la burrita, pónselo a la burrita …” Y si eran colombiano porque las FARC no los mataron a todos y nos hacían un gran favor. Hasta le hubiéramos hecho un monumento a Marulanda y todo.
No me va a decir que no va bajando los brazos ante la realidad y si aparte estaba Katunga, una cosa extraña mezcla de pachanga de reunión en capilla y fiesta de quince. Me habré tenido que fumar estos ruidos inmundos que sacaba el pasadiscos o grabador de turno, porque estos bichos sobrevivieron más que las cucarachas y si hasta en los 80 los tuve que soportar en alguna fiesta de 15 años. Si habré tenido que bailar farándulas de cumpleaños de 15 porque las tías bailanteras, de la del cumpleaños, sacaban a bailar hasta los mozos. Los que pasaban música, infames complotadores, se unían al ritual macabro por 20 monedas y tenían en su poder una inmensa cantidad de estas canciones que te las hacían escuchar en todo momento. No dejaremos impunes a estos personajes siniestro que colaboraban con la tortura.
Este es un caso especial, y espero que sepan comprender: Julio Iglesias, que ficha. Voy a confesar que bailaba lento Julio Iglesia, pero era por una buena causa. Había que bailar con Marisa, yo tenía trece años y ella doce, para colmo era la única música lenta que había y hubo que hacer el sacrificio; ¿Compañeras, compañeros que hubieran hecho en mi lugar? Pero igual Julio Iglesias que perro eras cantando, si yo odiaba al Real Madrid porque era el cuadro de Franco (rata asquerosa) más lo odié cuando supé que te dedicastes a ladrar frente al micrófono cuando te lesionaste en una práctica y tus compañeros de cuadro te regalaron una guitarra. La puta que lo parió porque mierda no le regalaron un libro de cocina o de autoayuda.
Y si ha seguido mi relato, lentamente irá viendo que tengo razón, que es muy difícil ser normal y si encima te tocaba escuchar Camilo Sesto, otro coso que daba vuelta como pollo al spiedo. Si hasta hizo una versión en español de Jesuscristo Super Star, pero que manera de aburrir este tipo, mi vieja lo escuchaba a cada rato y las radios de Paysandú lo pasaban miles de veces. Otra prueba más que los medios de comunicación colaboran con las torturas auditivas de fuerzas espurias.
Pero siempre llueve sobre mojado, porque uno igual hacía la resistencia, trataba de salvar lo poco de juicio que tenía y justo en ese momento cayó José Luis Perales, en mi casa había millones de sus canciones, que manera de robar la plata. Mi vieja hacía valer su condición de dueña del grabador y lo ponía a cada rato. Huíamos con mis hermanos ante esto, menos mal que éramos ya bastante grandes y lo podíamos hacer, sino el daño hubiera sido mayor.
Y si cuando nos estabamos reponiendo, no sin tener consecuencias para nuestra mente de regalo nos llega Pimpinella, que momento. Mi vieja me dijo si la acompañaba a ver un recital y le dije algo que no le gusto mucho: no iba porque estaba todo bien pero al final siempre se terminan peleando y uno tiene que andar desapartando, para colmo son familiares. Una de las crueles torturas fue estas canciones: “Quién es? Soy yo …” que poesía por Dios, se me pianta un lagrimón, si hasta Maradona cantó con estos enfermos. Diego en la cancha eras genial, pero cantando un perro gigante.
Para el final dos de los peores atormentadores: Los Parchis y Menudos. Otros verdugos auditivos, las vecinas adolescentes de mi época tenían todas las canciones, los pósteres, la vida y milagro de cada uno de estos infames que complotándose con el enemigo torturaban a los más jóvenes. Este es un caso de alta traición porque dejando a sus pares se aliaba con el enemigo por el vil metal corruptor de las almas.
Creo que esto contesta a su pregunta, dada estas penosas circunstancias como no quiera que no sea un a-normal. Es más se estará preguntando como no soy un asesino serial o un pirómano, porque luego de estos martirios es difícil que alguien aguante sin que le hagan mella. De todas maneras debo advertirles que esto es sólo una muestra de los peores pero que hubo más, lo que hace más digno nuestro papel frente a la tortura.
sábado, 10 de enero de 2009
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