Realizando un trabajo para Historia de la Educación me encontré con planteos simplistas de un todo o nada, blanco o negro. Recordé que este es el básico planteo maniqueo (El maniqueísmo es una antigua “religión” o secta que tomó el nombre de su fundador, el sabio persa Mani (c. 216-c. 276). Básicamente sostiene que hay dos principios de todas las cosas (dualismo): un principio del bien y otro del mal. El primero ha creado las cosas espirituales; el segundo las materiales.)
Tomando una posición de honor es que comienza el juego de maniqueísmo totalitario que consiste en dividir la sociedad en blanco o negro. No se puede salir de ese esquema; o estás con unos o con sus contrarios. Es la lógica del amigo-enemigo, de los nuestros contra los demás. Aunque uno desearía salirse de este espectro simplista que se plantea, este juego está pactado a tomar una posición de todo o nada, reduciendo los movimientos a un simplismo inaudito. Si cualquiera expresara una opinión que extralimitase los patrones creados, indefectiblemente será asimilado a uno u otro lugar, tragado por las disposiciones y devorado por este sistema retorcido.
El maniqueísmo político pretende dirigir a la masa para que sigan una ideología en contra de la rival. La particularidad central radica en demonizar al contrario y hace perfecto lo propio, a riesgo muchas veces de caer en la contradicción.
Es en una posición cómoda, que permite tomar rápidamente decisiones dividiendo al mundo en lo bueno y lo malo; ahorra esfuerzo emocional y gasto de pensamiento; ayuda a excusarse velozmente de todo compromiso y sirve para que, quien se ubica en esta posición, se sienta moralmente superior. En estas condiciones se parece a una vieja película de vaqueros donde de un lado esta el chico bueno, joven, alto, fuerte, guapo y valiente, al que se enfrenta del otro lado al villano, viejo, bajito, débil, feo y cobarde; y encima en estas películas la chica es virgen, bonita, rubia y tonta.
En ningún momento existen posiciones intermedias ni complejidades de la situación. Entonces la salida es instalar una paranoia de que todo el que osa discrepar es un enemigo y llevada por la indigencia intelectual de sustituir toda argumentación por el simple y llano desprestigio. Una paranoia que además se ve acrecentada por el señalamiento del enemigo.
Además esto puede combinarse con la técnica, perfeccionada por el Ministro de Propaganda, Joseph Goebbels en la Alemania nazi, de repetir algo hasta el cansancio para que se tome por realidad. El enredo bien ejecutado, deliberado, como factor primordial de la mentira, del escarnio, de la ofensa. Sirve para excluir a los rivales. La descalificación personal se convierte en práctica extendida. Sembrar desconciertos y dudas es la mejor arma política. Falsea, falsea y falsea que algo queda. Envía al averno de los malos a tu enemigo y ganaras. El maniqueísmo genera violencia y la violencia maniqueísmo.
Estos esquemas los vemos a diario en política y con una campaña en ciernes lo veremos en todo su esplendor, pero también lo vemos a diario en el relacionamiento humano, donde por diferentes motivos encontramos dos bandos de buenos contra malos.
Por eso no creo eso de que todos los hombres buscan diversión y las mujeres seriedad, ni que todas mis ex-parejas estaban equivocadas y yo en lo cierto, ni de que en todas mis peleas soy el único que tengo razón.