miércoles, 30 de enero de 2008
Pues si no te gusta .....
Algunos días atrás me preguntó alguien si la extrañaba y por supuesto me imploró que le dijera la verdad. Respondí con la verdad, la respuesta fue no y tras ello recibí una andanada de improperios.
Sencillamente por decir la verdad me comí un rosario de insultos.
Recordé un viejo proverbio que dice que quien esté dispuesto a decir la verdad tiene que tener un pie en el estribo de su camello.
Por lo tanto saqué una moraleja de esta historia, resulta que sí no te gusta la posible respuesta lo mejor sería no realizar la pregunta.
Esta reflexión me ha ayudado en mi vida y por ello sigo esperando que R.... me invite a salir, pues si yo lo hago es muy posible que me diga que no.
Cambia todo cambia
Parece ser que se han terminado los pobres, bueno sí, al menos eso parece. Usted estará pensando que me está haciendo mal el tinto, pero no. Ya no existen los pobres, en realidad lo que existe ahora son parte de la población que no cubre sus necesidades básicas, no me va a decir que no suena más lindo. Que es lo mismo, bueno, en realidad no estoy tan seguro, pero que suena mejor, suena mejor.
De paso también terminamos con la desnutrición porque ahora son persona que no cubren la cantidad suficiente de calorías en su ración diaria, que por supuesto suena mejor que desnutrido o simplemente gente que tiene hambre.
Por suerte en la vida todo cambia, y se van terminando las cosas malas, y mientrás escribo recuerdo que una amiga me iba a llamar para ir al cine.
¿Acaso me habrá mentido? Pues no creo, será que ella simplemente tergiversó la verdad.
domingo, 20 de enero de 2008
Mi fracaso con las mujeres y las cadenas de e-mail
Más de un año hace ya que conocimos a Patricia. Una persona inteligente, delicada, simpática y linda, la cual intentamos conocerla. Programamos una salida y todo ocurrió dentro de lo "normal" de una primera salida. Estuvimos 4 horas charlando, nos reímos, tocamos varios temas y fue una agradable reunión (bueno en realidad supongo que fue una agradable reunión, sino no creo que me hubiera aguantado 4 horas charlando) El problema comenzó al intentar vernos otra vez, por otra parte nunca se produjo. ¿Qué pasó? Un insondable misterio.
Algo parecido ocurrió con Daniela, poco más poco menos, que el relato anterior.
Estos casos, como otros tenías la mismas características, las había conocido por internet, pero el último caso que relataré no era así. Con esta chica, ya nos conocíamos y honestamente me agradaba mucho la idea de salir con ella. Al principio todo iba perfilando para ello, pero nuevamente por un insondable misterio todo se fue posponiendo, enredado y terminó como la canción de Arjona que dijo sí, pero después encontró como 20 excusas para que no.
Juro que me preocupé, que analicé, desmenuzé y otras cosas más en busca de un por qué, pero nada parecía hacer llegar a una conclusión. Nada hasta que al igual que un rayo en el cielo claro una idea llegó a mi mente. Intenté alejarla, pero resultaba que aparecía como la solución que buscaba, hasta que me tuve que rendir frente a los argumentos.
Esa idea que surcó mi mente era nada más ni nada menos que las cadenas de e-mail.
Bueno, ustedes se preguntaran que carajo tiene que ver las cadenas de e-mail con mi fracasos, la respuesta es que yo odio las cadenas de e-mail y sistemáticamente eliminó todas las cadenas que me llegan, no importan sí dieron 114 veces la vuelta al mundo no va a hacer gracias a mí que lo haga 115.
Disculpen pero no creo que sí sigo la cadena el amor de mi vida me va a llamar a 04.32 de la mañana para decirme que ama, sí me llama la puteada que se puede ligar no está escrita, nena no tendrías una hora más normal para avivarte que me amas y de paso me salvo de una pelotuda, porque hay que ser enferma para llamar a las 04.32.
Tal vez ustedes creerán, lo siento por ustedes, nunca apreté ni el F5, ni F6 ni ningún F al final de esos mensajes donde iba a aparecer el nombre del amor de mi vida (¿a que zapallo se le habrá ocurrido esto?)
Pero debo confesar que mi fracaso con las mujeres se debe a que eliminé todos esos e-mail (niños no lo hagan es sus casas) Al borde de la locura y la incredulidad trate de ver como podía remediar y cuantos años de mala suerte me tocaban, contacté hasta Bill Gates, que amablemente con Microsoft rastrearon los e-mails eliminados y llegaron a la conclusión primaria que me tocan 75.362 años de mala suerte.
Inmediatamente elevé una protesta formal a la Corte Electoral y está me informó que el escrutinio final iba a demorar, pero que igual había e-mail observados, anulados y todas esas cosas.
Decidí buscar otras soluciones, iba hablar con el "Peluca", que es amigos de los que tienen carritos, para pedirle herraduras. Pero como no se sí las que traen buena suerte son las nuevas o las usadas desistí de llamarlo.
Entonces se me ocurrió llamarlo al "Pepe" Mujica, seguro que el tiene una lista con los que crían conejos y como las patas de conejos trae buena suerte ahí estaba la solución, pero tampoco sabía si eran las delanteras o las traseras y al fin y al cabo tenía que llevarme sólo las izquierdas, no es bueno que sí el "Pepe" te ayuda yo anduviera llevando patas derechas. Pero sí, ¿solo las derechas traen buena suerte? Absorto en este dilema insolucionable decidí no llamarlo.
Los tréboles de cuatro hojas, otra solución, pero hay que ser boludo para recorrer un campo plantado a buscar con una lupa para encontrar uno.
Recordé casi en ese instante que era bueno para cambiar la pisada bañarse con ruda y así corrí para la Herboristería con una amplia sonrisa en busca de la tan ansiada paz. Indescriptible sorpresa me llevé cuando a mi pedido de Ruda el vendedor expectó la trágica pregunta ¿macho o hembra? A quién carajo se le puede ocurrir que la Ruda era hermafrodita, un sudor frío recorrió mi cuerpo, pero rehaciéndome pregunté si había diferencia. El amable asistente me explicó con lujos de detalles las diferencias y sus diversos usos, que ambas eran para la mala suerte, pero que tenía que decidirme. Envuelto en un mar de dudas pedí un momento para pensar, los e-mails eran machos, por supuesto, por eso son los. Pero cadena termina en a, que es femenino. Jugado por jugado pedí uno de cada uno, con la esperanza de hacer un cóctel entre ambos y que cada uno jugará donde quisiera, pero nuevamente el sagaz empleado me comentó que así reduciría la efectividad a la mitad, es decir que bajaría a 37.681 años de mala suerte, eso si la Corte no me mete alguno de canuto encima.
Con lágrimas en los ojos salí de aquel odioso lugar, caminé perdido por las calles hasta que nuevamente otra idea cruzó mi cerebro. Al principio creí que no fuera posible, pero lentamente comenzó a asomar la esperanza al igual que el sol asoma por el horizonte y luego la idea iluminó con resplandor: la angustia desapareció totalmente de mi vida y desde ese día he vuelto a hacer un hombre feliz.
Ya no me preocupa por lo que va a pasar, con tanta mala suerte nada va a salir bien, pero eso es bueno porque ya sé el final de todo lo que hago. Sí intento algo y no sale, es previsible, no puede ocurrir de otra manera. Ya no llamó a nadie esperando que contesten que sí cuando las invito a salir, o si quieren ir al cine o al teatro. Es decir gasto menos plata y no paso tanto nervio.
No me molesta si una chica linda me dice que no, si fuera fea me diría lo mismo. Nació en mí toda una nueva postura.
Nunca más una chica me dirá sí ....... o no?
domingo, 6 de enero de 2008
Derecho a la Pereza de Paul Lafargue
Este blog es también para reivindicar a personas que la Historia no le da su debido lugar, el siguiente caso es el de Paul Lafargue.
La mayoría no conoce a Paul Lafargue que nació en Santiago de Cuba el 15 de Enero de 1842, la abuela paterna era una mulata de Haití y la materna una indígena. Hijo de un terrateniente francés acomodado. Llegado a París para estudiar Medicina se dedicó a su formación política. Fue influenciado por las ideas de Proudhon y participó en la fundación de la Primera Internacional. Conoció a Marx que lo influenció (quien sabe si fue así) y también entró en la familia al entablar relación con la segunda hija de Marx, Laura.
Marx, un tanto guardabosque, le envió alguna que otra carta por el temperamento de Lafargue para encarar la relación con su hija (le preocupaba la excesiva intimidad, y como buen machista le decía: “A mi juicio, el amor verdadero se manifiesta en la reserva, la modestia e incluso la timidez del amante ante su ídolo, y no en la libertad de la pasión y las manifestaciones de una familiaridad precoz”) y alguna que otra preocupación económica.
Pero el amor es más fuerte y Laura dijo que sí, a pesar de estas observaciones (o quizás por estas mismas observaciones, vaya uno a saber) el 2 de Abril de 1868
Sobre finales de la década del 70 en el siglo XIX escribe su obra cumbre, que se publica en 1880, que permanece casi desconocida y que es el motivo que nos trae: El derecho a la Pereza.
Irónicamente es la antítesis del Manifiesto que escribió su suegro (¿todavía le guardaría rencor?) porque el Fantasma que era el motor de cambio ahora aparece como cómplice de la burguesía. También contradice a Louis Blanc y su Derecho al Trabajo.
Por eso dejamos una parte de El Derecho a la Pereza
El derecho a la pereza
Refutación del derecho al trabajo de 1848
I. Un dogma desastroso
“Seamos holgazanes en todas las cosas, excepto amando y bebiendo, excepto holgazaneando.” Lessing
Una extraña locura domina a las clases obreras de las naciones donde reina la civilización capitalista. Esta locura arrastra a la continuación de las miserias individuales y sociales que, desde hace siglos, torturan a la triste humanidad. Esta locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda hacia el trabajo, llevada hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de su progenie. En lugar de reaccionar contra esta aberración mental, los sacerdotes, los economistas, los moralistas, han sacro-santificado el trabajo. Yo, que no profeso el ser cristiano, ecónomo y moral, apelo a su juicio y al de su Dios: sus predicaciones de su moral religiosa, económica, libre pensadora, a las espantosas consecuencias del trabajo en la sociedad capitalista.
En la sociedad capitalista, el trabajo es la causa de toda degeneración intelectual, de toda deformación orgánica. Comparad el purasangre de los establos de Rothschild, atendido por una servidumbre de bimanes, con el pesado animal de las granjas normandas, que trabaja la tierra, acarrea el estiércol, almacena la siega. Mirad el noble salvaje que los misioneros del comercio y los comerciantes de la religión no han corrompido todavía con el cristianismo, la sífilis y el dogma del trabajo, y mirad después nuestros miserables servidores de máquinas.
Cuando, en nuestra civilizada Europa, se quiere reencontrar una huella de la belleza nativa del hombre, es necesario el ir a buscar en las naciones done los prejuicios económicos no han arrancado todavía el odio al trabajo. España, que, ¡desgraciadamente!, degenera, puede todavía jactarse de poseer menos fábricas, prisiones y cuarteles que nosotros; pero el artista disfruta admirando al audaz andaluz, moreno como las castañas, derecho y flexible como una varilla de acero; y el corazón del hombre se estremece escuchando al mendigo, soberbiamente cubierto con su “capa” agujereada, tratar de “amigo” a los duques de Osuna. Para el español, en el que el animal primitivo no está atrofiado, el trabajo es la peor de las esclavitudes. Los griegos de la gran época, ellos también, no tenían más que desprecio por el trabajo: sólo a los esclavos les estaba permitido trabajar: el hombre libre no conocía más que los ejercicios corporales y los juegos de inteligencia. Este era también el tiempo en el que se andaba y respiraba en un pueblo de Aristóteles, de Fidias, de Aristófanes; era el tiempo en el que un puñado de valientes aplastaba en Maratón a las hordas del Asia que Alejandro iba pronto a conquistar. Los filósofos de la Antigüedad enseñaban el desprecio al trabajo, esta degradación del hombre libre; los poetas cantaban a la pereza, este regalo de los Dioses:
O Melibœ, Deus nobis hæc otia fecit [Oh, Melibas, Dios nos regala estas ociosidades]
Cristo, en su sermón de la montaña, predica la pereza:
Contemplad el crecimiento de los lirios de los campos, ellos no trabajan ni tejen, y sin embargo, yo os lo digo, Salomón, en toda su gloria, no estuvo nunca más brillantemente vestido.
Yahvé, el dios barbudo y áspero, da a sus fieles el supremo ejemplo de la pereza ideal; después de seis días de trabajo, el descansa para toda la eternidad.
Por el contrario, ¿cuáles son las razas para las que el trabajo es una necesidad orgánica? Los Auvernos [pueblo bárbaro de origen celta que habitaba en la Galia]; los Escotos, esos auvernos de las islas británicas; los Gallegos, esos auvernos de España; los Pomeranios, esos auvernos de Alemania; los Chinos, esos auvernos de Asia. En nuestra sociedad, ¿cuáles son las clases que aman el trabajo por el trabajo? Los campesinos propietarios, los pequeños burgueses, los unos inclinados sobre sus tierras, los otros ligados a sus tiendas, se remueven como el topo en su galería subterránea, y nunca se incorporan para ver ociosamente la naturaleza.
Y sin embargo, el proletariado, la gran clase que abraza a todos los productores de las naciones civilizadas, la clase que, liberándose, liberará a la humanidad del trabajo servil y hará del animal humano un ser libre, el proletariado traiciona sus instintos, infravalorando su misión histórica, se deja pervertir por el dogma del trabajo. Duro y terrible ha sido su castigo. Todas las miserias individuales y sociales ha nacido de su pasión por el trabajo.
Las Leyes Fundamentales de la Estupidez humana
La humanidad se encuentra en un estado deplorable. No se trata de ninguna novedad. Si uno se atreve a mirar hacia atrás, se da cuenta de que siempre ha estado en una situación deplorable.
Los seres humanos poseen el privilegio de tener que cargar con una dosis extra de tribulaciones cotidianas provocadas por un grupo de personas más poderoso que la Mafia, o que el complejo industrial-militar o que la Internacional Comunista. Se trata de un grupo no organizado, que no se rige por ninguna ley, que no tiene jefe, ni presidente, ni estatuto, pero que consigue, no obstante, estar en perfecta sintonía, como si estuviese guiado por una mano invisible, de tal modo que las actividades de cada uno de sus miembros contribuyen poderosamente a reforzar y ampliar la eficacia de la actividad de todos los demás miembros.
La primera Ley Fundamental de la estupidez humana afirma sin ambigüedad que:
Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo.
a) personas que uno ha considerado racionales e inteligentes en el pasado se revelan después, de repente, inequívoca e irremediablemente estúpidas;
b) día a día, con una monotonía incesante, vemos cómo entorpecen y obstaculizan nuestra actividad individuos obstinadamente estúpidos, que parecen de improviso e inesperadamente en los lugares y en los momentos menos oportunos.
La atribución de un valor numérico a la fracción de personas estúpidas respecto del total de la población: cualquier estimación numérica resultaría ser una subestimación.
LA SEGUNDA LEY FUNDAMENTAL
La probabilidad de que una persona determinada sea una estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona
El hecho extraordinario acerca de la frecuencia de la estupidez es que la Naturaleza consigue actuar de tal modo que esta frecuencia sea siempre y dondequiera igual a la probabilidad €, independientemente de la dimensión del grupo, y de que se dé el mismo porcentaje de personas estúpidas, tanto si se someten a examen grupos muy amplios como grupos reducidos.
LA TERCERA LEY FUNDAMENTAL (LEY DE ORO)
Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio.
Todos nosotros recordamos ocasiones en que, desgraciadamente estuvimos relacionados con un individuo que consiguió una ganancia, causándonos un perjuicio a nosotros: nos encontramos frente a un malvado. También podemos recordar ocasiones en que un individuo realizó una acción, cuyo resultado fue una pérdida para él y una ganancia para nosotros: habíamos entrado en contacto con un incauto. Igualmente nos viene a la memoria ocasiones en que un individuo realizó una acción de la que ambas partes obtuvimos provecho: se trata de una persona inteligente. Tales casos ocurren continuamente. Pero si reflexionamos bien, habrá que admitir que no representan la totalidad de los acontecimientos que caracterizan nuestra vida diaria. Nuestra vida está salpicada de ocasiones en que sufrimos pérdidas de dinero, tiempo, energía, apetito, tranquilidad y buen humor por culpa de las dudosas acciones de alguna absurda criatura a la que, en los momentos más impensables e inconvenientes, se le ocurre causarnos daños, frustraciones y dificultades, sin que ella vaya a ganar absolutamente nada con sus acciones. Nadie sabe, entiende o puede explicar por qué esta absurda criatura hace lo que hace. En realidad, no existe tal explicación –o mejor dicho- sólo hay una explicación: la persona en cuestión es estúpida.
Esencialmente, los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido.
Con una persona estúpida todo esto es absolutamente imposible. Tal como está implícito en la Tercera Ley Fundamental, una criatura estúpida os perseguirá sin razón, sin un plan preciso, en los momentos y lugares más impensables. No existe modo alguno racional de prever si, cuándo, cómo y por qué, una criatura estúpida llevará a cabo su ataque. Frente a un individuo estúpido, uno está completamente desarmado.
Hay que tener en cuenta también otra circunstancia. La persona inteligente sabe que es inteligente. El malvado es consciente de que es un malvado. El incauto está penosamente imbuido del sentido de su propia candidez. Al contrario que todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido. Esto contribuye poderosamente a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su acción devastadora.
LA CUARTA LEY FUNDAMENTAL
Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como costosísimo error.
A lo largo de los siglos, en la vida pública y privada, innumerables personas no han tenido en cuenta la Cuarta Ley Fundamental y esto ha ocasionado pérdidas incalculables a la humanidad.
LA QUINTA LEY FUNDAMENTAL
La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe.
El corolario de la ley dice así:
El estúpido es más peligroso que el malvado.
Las personas estúpidas ocasionan pérdidas a otras personas sin obtener ningún beneficio para ellas mismas. Por consiguiente, la sociedad entera se empobrece.
(Extracto de Carlo M. Cipolla. LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ESTUPIDEZ HUMANA)
sábado, 5 de enero de 2008
El Pato Darkwing
"¡Soy el terror que aletea en la noche...! ¡Soy la mosca en la sopa del mal...! ¡Soy...el Pato...Darkwing!"
“Soy el terror que aletea en la noche, soy el chicle que se pega al zapato de la injusticia... soy el roedor que se come tu queso... ¡soy el pato Darkwing!”
Me gusta el Pato Darkwing ese tipo de superhéroes que en realidad son anti-héroes, un héroe que al final nunca hace nada bien, que no tiene superpoderes y que es lo más parecido a los demás. Una vez me dijeron que los antihéroes no tienen nada de sexy, ¿Superman con su calzoncillo por afuera es algo sexy?
Cualquiera puede luchar contra ladrones con superpoderes lo difícil es luchar sin ellos, y entonces hay que ser en verdad héroe para llegar a fin de mes.
No conozco ningún súper-poderoso de historieta que se tenga que levantar a las 6.00 de la mañana para ir a trabajar, y si trabajan son fotógrafos o cosas por el estilo, cuando no, son multimillonarios. ¿Como sería un superhéroe trabajando en la construcción? A lo mejor deberíamos crear a Suncaman.
En verdad los superhéroes me tienen podrido, me aburren porque al final todos sabemos que van a ganar, por más que nos lleven a lo largo del relato haciéndonos pensar todo lo contrario.
Por eso me gusta el Pato Darkwing, y también me gusta el Conde Patula